jueves, 6 de diciembre de 2012

Cromosomas del idioma español.


http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/4/43/Study_of_spanish.svg/420px-Study_of_spanish.svg.pngLos cromosomas del idioma español.Álex Grijelmo

Estos cromosomas de las palabras -tan vinculados a la genética del idioma- constituyen la base que nos permite asegurar que 400 millones de personas hablamos la misma lengua.
En Zacatecas (México) , precisamente durante el congreso sobre el idioma español, necesité comprar lo que en España se llaman cuchillas de afeitar, concepto que, tomando la parte por el todo ( sinécdoque) , incluye no sólo la hoja sino también el manguito de plástico en el que ésta se inserta para mayor comodidad del usuario. En fin, necesitaba cuchillas. La dependienta me entendió muy bien, a pesar de que ella tampoco habría empleado nunca la expresión que yo acababa de usar. "Ah, ya sé", me respondió. "Usted lo que quiere es un rastrillo".
En efecto, la cuchilla de afeitar, o de depilar, se acompaña por una especie de rastrillo que pasa por la superficie de la cara, o de las piernas, para arrancar el vello y respetar la piel, como el rastrillo del labrador quita las piedras sin llevarse la tierra. 

He utilizado en páginas anteriores la palabra "altoparlante". Un español acudiría siempre al vocablo "altavoz" (un español que no fuera periodista, porque en ese caso lo normal sería que emplease baffle). Sin embargo, "altoparlante" y "altavoz" pueden entrar en el vocabulario de diálogo entre dos usuarios de español procedentes de México y España, porque se entenderán bien con ellas: conocen sus cromosomas. Igual que cualquier hispanohablante comprendería al mexicano que pidiese "agua de la llave " donde tal vez él piensa "agua del grifo", que le invita a "platicar" un rato, o que le recomienda cocer pescado "a fuego manso"; o al peruano que se refiere a "la municipalidad" en vez de al "ayuntamiento"; o a la colombiana que describe a un novio como "muy avorazado". Porque tod esas expresiones tienen cromosomas relacionados con la Ila que abre y cierra, con la plática del cura, con el calor inocuo frente al fuego violento, con el concepto de municipio y con el adjetivo que se obtiene al exprimir la palabra voracidad. Hablar un mismo idioma no equivale a utilizar las mismas palabras para todo. La unidad del idioma no se altera en absoluto por el hecho de que un español bucee en la "piscina" mientras un mexicano nada en la "alberca " y un argentino se baña en la "pileta", estando todos ellos en el mismo lugar. Las tres -precisas, hermosas- parten de lo más profundo de nuestro ser intelectual colectivo. Podemos ver el ADN de "piscina" en piscis, y en "piscifactoría ", y hasta saber que la palabra procede de aquellos estanques de los jardines que se adornaban con peces; y relacionar su significado con un lugar donde se almacena agua y donde, como peces en el agua, podemos aumentar la velocidad mediante unas aletas como las del pez, y también nadar al estilo rana. Y la "alberca " mexicana ( del árabe al birka, estanque) nos llevará por la genética y la historia a terrenos de regadío rurales donde se hacía preciso almacenar el agua para luego esparcirla, y donde los mozos del campo se remojaban para ahuyentar la sofoquina. Y a la "pileta" podemos asociarlacon "pila"y con "pilón" ("¡al pilón, al pilón", se grita en los pueblos de Castilla cuando el grupo verbenero se quiere bajar del escenario demasiado pronto), y tam expresión española es como las dos anteriores. 

Los jóvenes mexicanos harán un clavado en el agua donde los barceloneses se tirarían de cabeza o los limeños, entre otros, disfrutarían de una zambullida, y el estilo empleado al hacerlo le parecería lindo a un chiapaneco y bonito a un
--> sevillano; y ambos se entenderían también, por más que el sevillano nunca dijese "lindo" ni el chiapaneco "bonito", igual que el español pronunciaría "paliza " donde el americano "golpiza" y los dos entenderán la expresión del otro sin haberla pronunciado jamás. Y ambos sabrán de lo que hablan cuando el mexicano cite "la computadora" y el europeo "el ordenador", inf1uido aquél por el por el inglés (pero con familia en el español: computar, cómputo...) y éste por el francés (pero con los genes de las romances: orden, ordenar, el que ordena: ordenador). Y si preguntamos en Argentina cuánto nos falta para llegar a una calle pueden contestarnos que "dos cuadras" donde nosotros diríamos "dos manzanas", pero tan metafórica resulta una expresión como otra y las comprenderemos sin problemas. La palabra "auspiciar" -apoyar, proteger-, que el lingüista Rafael Lapesa recogía en 1966 como propia del español de América y desconocida en España, circula ya con su documento de identidad por toda la Península y cualquier español habla ya de algo "novedoso ", una voz que entró en el Diccionario en los años veinte, a propuesta de Ramón Menéndez Pidal, con marchamo de americanismo. y con letras de canciones -Chabuca Granda, Les Luthiers, Los Chalchaleros, Los Cuatro Cuartos, Cholo Aguirre y sus ríos. .. Víctor Jara, Quilapayún, Facundo Cabral, Alberto Cortez, Cafrune, Larralde, Chavela Vargas- o con las frases de la literatura, llegaron también términos como "quebrada " (arroyo en Argentina, lo que un chileno llamaría "acequia"), o "pollera" (falda), o "vereda" (acera en Argentina) o "capitalino" ( de la capital). En ellas vemos con precisión su significado: ¿No es hermoso pensar en los quiebros que da el agua del riachuelo, o en los pollitos que alguna mujer reunió en su falda, o en la vereda en la que un día se plantó el cemento de la acera?; y las entendemos; y por eso podemos pensarlas.
Lo mismo sucede cuando una camarera latinoamericana le pregunta a un español: " ¿Le provoca un café?". Tal vez tenga la tentación de contestar que le provoca más la camarera, pero habrá entendido el significado profundo de "provocar" en español 3. 

¿Y cómo no comprender lo que se intenta decir cuando alguien anima a otro: "hombre, no te me achicopales"? Y los hispanohablantes europeos reconoceremos que achicopalarse refleja mucho más que acobardarse o retraerse, que no se trata de un vocablo equivalente sino de otra manera de emplear el español, en este caso con sus influencias indígenas, para llegar a un resultado singular, cuyos cromosomas podemos relacionar con "achicarse" o hacerse pequeño ante una adversidad. 4 Más fácil aún resultará entender a la mexicana que nos presente a su novio con buen humor, resolviendo de un plumazo las dudas del lado europeo del Atlántico entre "mi compañero", "mi amigo", "mi prometido", "mi chico"." que las distintas formas de convivencia han acabado por superar y que derivan en que la gente que aún no ha llegado acierta edad se enrede en dudas al referirse a su pareja. Pero la mexicana dirá: "...Y aquí le presento a mi pioresnada". Y la comprenderemos perfectamente.

http://www.elcastellano.org/artic/grijel07.htm

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